lunes, 21 de noviembre de 2011

Galileo

Es éste espacio en el retorno de los tiempos. Ases de luz frondosos, íntimos y deseosos que fluyen entre fogozas auroras y coloridos cuerpos etéreos. Marcando nuestro camino, la humanidad se alza y retiene entre el Sol y La Tierra. La locura de contemplarnos a distancia, el placer de remediarnos mutuamente. La vía tan lactosa como siempre bordea la cavidad espacial y derrama su hermosura. La Luna, inquieta y vacilante asciende y desciende con el Sol; retorciéndose en la oscuridad de su propia tumba me rebela mis secretos olvidados, mis karmas desarmados, una que otra vida en la que alguna vez me he perdido.

Se acaba la palidez de mi vicio, mi vicio olvidado, hoy recordado. Es tiempo de volver a la luz, muevo mis párpados y abro mi ojos nuevamente a la energía humanoide de nuestro planeta, aquel espacio ínfimo y complejo que contiene la raiz a la profundidad verdadera de nuestra creación.

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